¿Qué hacer para ser feliz?

…o Cómo «iluminarse» limpiando el fregadero

Bioneuroemoción® para el día a día…

Aquí comparto mi experiencia (totalmente subjetiva y personal) sobre cómo comprender la vida y dejar atrás tanta tontería de mi mente, mientras limpio la cocina. Si quieres saber más, no dudes en seguir leyendo, es probable que te resulte familiar mi historia…

Sabes (permíteme que te tutee), he compartido piso con personas de todo tipo, y quien más quien menos, siempre hay alguien que no limpia como tu quieres, que hace lo mínimo, que se escabulle de limpiar el baño o que directamente no sólo no limpia, sino que lo deja todo hecho un desastre.

Esto por supuesto, siempre será mi percepción, y lo que yo atraigo a mi vida, esas repeticiones de situaciones de la infancia, en las que te conviertes “automáticamente” en tu peor pesadilla: “tu madre”. Y te encuentras pensando en lo guarros que son los demás, en qué poco les costaría limpiar algo o por lo menos lo que ensucian, ¡¿Es que no sabes dejar las cosas como te las encuentras?! (Grita mi madre interior)

Tal vez esta historia os resuene igual que a mi, o quizás lo haga desde la parte complementaria, la persona a la que siempre le están diciendo que “no hace bien las cosas”. Sea como sea, no pienses que esta historia sólo ocurre cuando te vas a vivir con compañeros de piso “opuestos” a tu forma de comportarte, sino que suele repetirse en el trabajo, con la familia de origen, con los amigos y con la familia que eliges crear.

Todos estamos esperando que los demás hagan cosas,pensando que necesitamos esas cosas, esa muestra de cariño, esa subida de sueldo o como mínimo una disculpa! (esto último en mi cabeza suena con mi voz de “digna”).

Cuando no queremos responsabilizarnos de algo, es muy fácil encontrar a quien culpar. Explicaré esto un poco mejor y que cada uno saque sus propias conclusiones, sólo recordad que estoy hablando de limpiar el fregadero de la cocina.

Te estás haciendo la cena y al poner los platos en el fregadero ves una olla sucia, el estropajo más usado del mundo, restos de comida en el desagüe y manchas de chorretones, cal o una mezcla de ambas por todas partes. Sólo tardas una milésima de segundo en ver todo esto, y es entonces cuando tu madre posee tu mente: «¡Vaya guarrada, pero porqué nadie limpia “bien”, ya son mayorcitos, deberían ser más responsables, ¿les gusta vivir en una pocilga?, ¿tanto les cuesta? ¿es que no lo ven?!»…

Lo más gracioso es que el 99% de las veces, yo fregaba mis platos, pasaba un pañito por la encimera y me iba tan contenta, desde mi postura de “digna indignada”, cosa que como podéis ver, es incoherente por definición etimológica.

“Digna” porque yo SÍ había hecho lo que tenía que hacer, había limpiado lo que había ensuciado, “no como otros”. E “Indignada”, porque los demás “lo habían hecho mal”, así que de alguna manera mi ego me decía que como lo había hecho bien, estaba por encima, y me daba una palmadita en la espalda.

¿Os imagináis la locura? El 99% de las veces NO fregué el fregadero, ni barrí el suelo, ni las paredes salpicadas de aceite, ni las otras mil cosas que os aseguro, yo había contribuido totalmente a su estado. Pero mi personaje interno no quería reconocer que yo era» una guarra», porque desde pequeñita aprendí que eso no está bien, que tienes que ser buena, limpiar, repartir las tareas en casa y así te diremos que eres buena chica, y tu vas creciendo pensando que limpiar=amor.

(Sí, sí, para los niños sólo existe el amor, así que os aseguro que en vuestras cabecitas hay conexiones neuronales de todo tipo, y aunque esta os suene extraño, las he visto de todas las formas y colores.)

Pues resulta que un día, después de años de cursos, libros, conferencias, hablar con mi niña interior, probar la meditación, no tomar azúcar, hacer ejercicio, y entre otras muchas cosas, mantener mi casita lo más limpia posible… Seguía culpando a los demás por no limpiar, pero por supuesto ahora solo los culpaba en mi cabeza, porque claro, NO quería ser como mi madre, y de nuevo intentaba esconderlo.

Si lees esto mamá, gracias por todo lo que me has enseñado, pues sin ti no podría estar escribiendo todo esto hoy.

Y ahí seguía yo con mis historias, pensando que “yo era limpia” y que “los demás eran sucios y desordenados”, como si no me supiera de memoria ya lo de “la ley del espejo”, que el otro no existe, etc, etc.

Entre algunos amigos, cuando queríamos criticar a alguien decíamos: “Vale, el otro no existe, pero ese otro es gilipollas”. Cuanto más vocabulario aprendes en cursos y libros, mejor te autoengañas, por lo menos en mi caso, convenzo a mi cabeza con una argumentación argumentadísima digna de Máster universitario.

Un domingo cualquiera estaba sola en casa, y tras ver una película me fui a la cocina a fregar los trastos de la comida, y al hacerlo, lo vi, el fregadero que llevaba semanas viendo sucio, ahí sin trastos, y no sabéis como me eché a reír. De repente un montón de escenas vinieron a mi cabeza, y en todas yo tenía esa cara de “digna indignada”, y me entraron unas ganas de limpiarlo a fondo que no os podéis imaginar, y menos aún si alguien me conoce, porque detesto fregar (debe haber alguna conexión neuronal de la infancia seguro, estos engramas que nos despistan… toooodo culpa de mi ambiente emocional de pequeña!, pero… ¿No soy yo quien llevo reforzando esas conexiones neuronales toda la vida? Solo que me decía a mi misma que yo era la buena y los demás los malos, no se que es mejor o que es peor, saber qué es la ley del espejo o experimentarla, al final no me queda otra que responsabilizarme de mi vida, qué le vamos a hacer).

En ese momento, y ya intentando ponerme más seria, pues de verdad fue una sensación de esas que te descolocan desde la tranquilidad; pensé en todas las veces que había echado la culpa a los demás por no fregar lo que yo no quería fregar, y fue imposible no pensar en todas las veces que le había pedido a mis parejas que hicieran las cosas que yo no quería hacer, o a mis amigos y familiares, de una forma a veces tan tan sutil, que no os podéis imaginar (podríamos llamarlo: El arte de autoengañarse a uno mismo y manipular a los demás, es un buen título quizás para un próximo artículo).

¿Cómo puedo pretender confiar en mi pareja si no confío en mi?

¿Cómo puedo pretender cobrar más si no me valoro?

¿Cómo puedo quejarme de que alguien no me respeta, si yo, no me respeto primero?

¿Cómo puedo pedir “más atención, o cariño, o tiempo”? 

¡¡Si yo no lo paso conmigo misma!!, si paso casi todo mi tiempo libre intentando no pensar ni hablar conmigo, llenándolo de móvil, redes sociales, series, películas, libros, incluso a veces meditaciones o ejercicio, todo por el miedo a encontrarme conmigo y ser feliz.

Os aseguro que la mayoría de nosotros no queremos ser felices, no queremos cambiar nuestra vida, y si te das cuenta de ello al leer esto, ¡Enhorabuena, ahora puedes cambiarlo! ¡Vamos!, sal de donde no quieres estar, muévete, da el primer paso, confía en ti mism@, pues eso será lo que te permitirá crecer en cualquier situación, desde un duelo hasta limpiar un fregadero.

Pero sobretodo, párate cuando vuelvas a juzgar a alguien (un dedo señala hacia otro y tres señalan hacia ti), dedícate un rato para “limpiar el fregadero de tu mente”, para darte cuenta de que, como dice Sergi Torres: si el semáforo se pone en rojo cuando llegas tarde al trabajo, es que una parte de ti no quiere ir, dale espacio a esa parte, deja de ser la víctima de unas circunstancias que has decidido “sean ajenas a ti”, porque si así fuera, tu no podrías cambiar nada. Pero si comenzamos a responsabilizarnos de lo que vemos y vivimos, si comenzamos a experimentarlo en lugar de a anestesiarlo con todo tipo de adicciones, quizás descubramos maravillas de nosotros mism@s.

Alguien me explicó que tras un retiro de 10 días de silencio, se dio cuenta por primera vez en su vida, ¡de lo graciosa que era!. No es necesario irte de retiro o aislarte del mundo, sólo dedicar un ratito al día para estar con la persona más importante de tu vida, la que siempre ha estado y siempre estará: TÚ. ¡Atrévete a des-cubrirte!

Una vez leí algo que proponía que hicieras una lista de las personas que más querías y después de todo lo que serías capaz de hacer por ellas. Después te preguntaba ¿Cuánto tiempo habrías tardado en ponerte en esa lista a ti mism@? ¿Cuántas de esas cosas haces por ti cada día?

Cada momento es una oportunidad para conocerte, siempre y cuando te permitas primero “desconocerte”, pues todo lo que crees que “eres”, seguramente no lo has elegido, así que si te atreves a soltarte a ti mism@, a esa idea errónea que tienes de tu identidad, te esperan grandes cambios y descubrimientos increíbles.

¿Hacia dónde te llevarán esos cambios? La verdad es que no lo sé, no tengo ni la menor idea de hacia dónde me llevarán a mi, como para saber a dónde te llevarán a ti, pero como me decía una compañera hace unos días, podemos probar a volver a esa sensación de “sorpresa” que tiene un niño pequeño antes de abrir un regalo, o a esos ojos de turista que todo lo ven maravilloso cuando están en un lugar nuevo y lejano, es una decisión que sólo puedes tomar tú cada día y que de seguro, será un cambio que merece la pena.

Gracias por leer estas líneas, espero que seas feliz dejando el fregadero de tu casa limpio y reluciente! Aunque recuerda que el universo tiende a la entropía y se volverá a ensuciar, así que podrás seguir practicando todo esto mil y una veces. Cada día estoy más segura de que es un proceso de por vida conocernos a nosotros mismos, puede que hasta de varias vidas, me encanta que no haya una meta a la que llegar!

Si quieres seguir conociéndote, te recomiendo leer estas fáciles pautas de «Manual de Autoindagación» en este mismo blog!


Gracias a todos los especialistas que han dedicado y dedican su vida a la investigación de las emociones, gracias a los cuales podemos compartir esta información sacada de sus investigaciones: Enric Corbera, Carl Gustav Jung, David R Hawkins, Richard Bandler, J.Grinder, Enric Corbera Institute, Hamer, Sergi Torres, Osho, Christian Beyer, Lisa Bourbeau, Connie Zweig o Alejandro Jodorowsky entre muchos otros.


Mireya Larruskain

Acompañante en Bioneuroemoción® y docente de Enric Corbera Institute

Consultas online de Bioneuroemoción®

Email de contacto para información y pedir cita: mireyalarruskain@gmail.com

8 Responses

  1. Gracias por tan bella reflexion, en mi caso el tiempo que me dedico es minimo, siempre o en redes,viendo tele, leyendo o haciendo oficio. y me cuesta mucho entrar en dialogo conmigo misma. Voy a hacer cambios pequeños, pero diarios, en mi fregadero.

    • Hola Liliana, me alegra que te ayude. Si algo cuesta más, sólo hay que dedicarle más tiempo, si realmente es lo que quieres, ve a por ello, descúbrete, sientete, y sobretodo, fascínate contigo misma, eres única! Un saludo

  2. Hay quienes hacemos de la limpieza del fregadero nuestra profesión, y asi poder desplegar todo tipo de discursos mentales jugando al (me ha encantado) digno indignado. Y ademas cobrar un sueldo por ello!!!
    Me doy cuenta de la gran humildad necesaria para reconocer las trampitas del ego, del programa que se despliega constantemente en ese espacio del relacionarse.
    Gracias Mireya.

  3. Me gusta y es muy, muy cierto lo que cuentas.
    Yo siempre digo que la iluminación no se logra estando con los que te apetece estar, sino cuando eres capaz de saludar, amablemente, al vecino del quinto con una sonrisa a pesar de que te cae muy mal.
    Saludos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *